domingo, 11 de enero de 2009

Ópera Prima

Estábamos solos en mi habitación, mientras sonaba la música de fondo y respirábamos cada vez más profundamente el cigarro y veíamos que este se iba a terminar y nos dábamos cuenta de que la velada era perfecta y que en ese momento nos enamorábamos, ella dijo algo que no me esperaba:

-sáqueselo-

No entendí muy bien, o más bien si en-tendí pero pensé que mis pensamientos sicalípticos me estaban traicionando y me estaban haciendo fantasear, en el momento en el que sonaba una de mis canciones favoritas y la medianoche era perfecta, me repitió con esa boca que comenzaba a conocer:

-sáqueselo-

En este momento me di cuenta de que me había quedado callado la primera vez que me lo había dicho y me quise empezar a imaginar lo que habría pen-sado a si que le respondí no sin el temor de embarrarla como lo solía hacer en situaciones de nerviosismo:

-te lo vas a tener que ganar-

Aunque no estaba seguro de lo que es-taba haciendo y mi respuesta obedecía más a mis ganas de experimentar que a un deseo real de lo que pedía además de mis nervios y de el efecto de todos los factores que confluían en ese mo-mento.

-ganarme que-
-lo que estas pidiendo-
-cómo-
-eso depende de ti-

En este momento mi canción se iba a terminar, pero ella la volvió a hacer em-pezar, y después me comenzó a besar primero de una manera no muy apasio-nada y con un aspecto un poco más tierno y pueril, pero después empezó a besarme de la manera más fogosa en la que me ha besado una mujer, sentía su lengua recorrer cada milímetro de mi boca, casi sentía que me iba a tocar la garganta, después comenzó a besarme el cuello y en este momento yo sentí un cosquilleo que recorría todos mis nervios y alcanzaba a sentir como si la magia de la nostalgia se empezara a apoderar de mi en ese momento me di cuenta de que estábamos recreando exactamente lo mismo que habíamos hecho la primera vez que ella y yo hicimos el amor hará ya unos cuarentaycinco años.

No hay comentarios: